Hay que ser muy fuerte para mirar en tu interior, dejar salir el dolor y vivir con él durante un tiempo hasta encontrarle un lugar donde no duela tanto, donde no te incapacite y te permita seguir adelante.
Ser muy fuerte para levantarse cada día y coger a tu mujer de la mano para ayudarla a caminar, a respirar, a ver el amor que la rodea a pesar de estar sumida en la tristeza absoluta.
Hay que serlo para luchar por tu matrimonio, para hablar de todo el dolor que tenemos dentro, para perdonarse tantas cosas a uno mismo y al otro.
Hay que ser muy fuerte para ver que familia y amigos te tratan como si nada hubiera ocurrido, te critican o insinúan que debes olvidar lo ocurrido.
Fuerte para aceptar transitar el duelo, y todo lo que ello conlleva, para superarlo y llegar a la aceptación.
Y sobretodo hay que ser un hombre muy muy fuerte para volverlo a intentar.
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