Cuando nació nuestro hijo Xavi pedimos unos hilos a las enfermeras de la planta. Por la noche no podíamos dormir, solo llorábamos y llorábamos, sin entender nada de lo que había ocurrido, sin entender que ya nunca, NUNCA, podríamos volver a ver a nuestro precioso hijo. De lejos oíamos los llantos de recién nacidos de las habitaciones contiguas.
Las enfermeras movieron cielo y tierra para encontrar en el hospital un ovillo de algodón azul a las 2 de la madrugada. Y lo encontraron.
Entonces hicimos una larga trenza con muchísimo cuidado: mamá, papá y Xavi unidos para siempre. La cortamos en tres trozos y pedimos a nuestra comadrona que se la pusiera a nuestro hijo porque era lo único que se iba a llevar de nosotros a la eternidad. Las otras dos nos las pusimos nosotros y al día siguiente nos fuimos del hospital con los brazos vacíos y el corazón totalmente roto, pero con algo que compartiríamos para siempre con él.
Hacer esta manualidad nos calmó, nos dio algo en qué centrarnos. Nos dio un sentido a esa noche, un objetivo en el que volcar todo el amor que no podíamos darle a él.
No costaría mucho tener unos ovillos de algodón de colores en el hospital para permitir a los padres hacer este pequeño regalo a su hijo antes de separarse de él para siempre.
La idea ha gustado mucho a asociaciones de Stillbirth de España y la primera que intentará proponerlo en los hospitales de su zona es Brisa de Mariposas de Zaragoza. GRACIAS CHICAS.
Ojalá podamos dar forma a esta iniciativa y encontremos un patrocinador que nos ayude a llevar ovillos de algodón a todos los hospitales del país.
Que buena idea, que bonito saber que los 3 compartis esa pulsera. Un abrazo
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