lunes, 4 de diciembre de 2017

9 meses

Hoy mi precioso hijo hubiera cumplido 9 meses. Y a mi me parece que fue ayer cuando lo sostuve en mis brazos, tan bonito, tan pequeño...

Estoy pasando unos días muy dificiles, veo la ilusión de la Navidad en los ojos de mis hijos, pero yo quisiera hivernar y no despertar hasta abril. Y estoy aprendiendo que se pueden hacer las cosas estando triste. Y eso no está bien ni mal, simplemente es así, es una realidad. Se pueden hacer cosas (como decorar el árbol) desde la tristeza, con lagrimas cayendo de tus ojos.

Cuando mi hija mayor me ve llorar llama enseguida a mi marido. Es el bombero que viene a apagar el fuego. Entonces nos miramos los dos, con los ojos llenos de tristeza y desconsuelo... y nos abrazamos... y seguimos adelante. Y mi hijo mediano me dice “mami, jo ta pozaré un xavi a la panxeta” (mami, yo te pondré un xavi en tu barriguita) me acaricia las mejillas con sus manitas suaves, mete su cabeza debajo  de mi camiseta, y se queda allí un ratito...

Hay días muy tristes pero voy sacando fuerzas para seguir con las rutinas, aunque no para trabajar. Todo ha perdido importancia para mi. Siento que mi vida no tiene ningun sentido... o más que sentido ningún propósito. Es como si hubiera perdido un año, aunque las ilusiones que tenía ya no las tengo. Hay días que decido no tener más hijos, y eso me da paz y me permite pensar en el futuro. Hay otros días que me desespero por no conseguir quedarme embarazada de nuevo. Soy como una peonza que va de un lado al otro sin rumbo. No se lo que quiero. En realidad no quiero nada. No se para que trabajo, si ya no creo en nada y no entiendo el sentido de la vida entre el nacimiento y la muerte. Vivo, pero sin ilusiones, sin fuerzas. Me siento triste por no conseguir ilusionarme por nada de forma duradera, a veces siento una chispita, pero desaparece en un ratito.

No es que esté deprimida, o siempre llorando, o sea catastrofista y negativa... simplemente he perdido la fuerza para vivir ilusionada, con proyectos... porque no se ni si volveré a estar embarazada y eso volverá a significar meses de vida tranquila y reposo, de pausa laboral, de pausa en todos los sentidos. Quiero y no quiero. Porque quiero recuperar la ilusión por las cosas sencillas, por el día a día... pero ahora no lo siento. ¡Y quiero! Pero no lo siento. Me he apagado.

Y quizás alguien me vea por la calle y piense, mira que contenta saluda a la gente... y qué equivocado estará. Hay momentos en los que puedo hacer cosas, como saludar o jugar con mis hijos, desde la tristeza. Hay otros momentos que me tengo que esconder en un portal llorando hecha un ovillo en el suelo.

¡Pero estoy mejor! Triste, pero mejor. Tengo integradisima la muerte de mi hijo y el trauma del parto, la incineración, el funeral... solo estoy procesando aun algunas faltas de respeto y de humildad de algun amigo y familiar, porque cuesta entender que no vean tu dolor.

Estoy mejor ... no tengo angustia, puedo sentir otras cosas además de dolor, puedo cocinar, limpiar, trabajar un poco y leer cuentos a mis hijos, seguir unas rutinas e incluso reirme de alguna cosa. Antes era incapaz de todo. Me sentía desorientada, desesperada, vacía, sola y llena de muerte, con un agujero inmenso y oscuro en mi interior. Ahora solo me falta recuperar la ilusión y el propósito de mi vida, o al menos del próximo año, o del próximo mes.


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